A veces hay que perderse antes de encontrar el camino correcto...
El rugido de un motor de una moto. La vibración entre sus muslos. La sensación de la fría oscuridad besando su piel mientras atraviesa los caminos sinuosos de la noche... Melody Lachlan vive por estas cosas. Desde que Mel y su mejor amiga, Darla, se escaparon su pequeña y rústica ciudad que han viajado por el país en busca de paseos rápidos, moteros tatuados y buenos momentos. Poeta autoproclamada y amante de todas las cosas libres, Mel ve su vida como un largo paseo en moto; con paradas breves a lo largo del camino para adormecer el dolor. Nunca se vio a sí misma como una drogadicta. Sal de fiesta tanto como montas en moto. Ese es su lema... hasta que una trágica noche roba su alma. Luego se ve obligada a hurgar debajo de la superficie, donde están sus demonios.
Cuando conoce al recuperado drogadicto, Boone Randall, está más que dispuesta a pegarle antes que a besar el adorable hoyuelo de su cara. Ella no quiere que su ayuda; no quiere admitir su parte de responsabilidad de esa noche. Sólo quiere cumplir su condena y mantener la promesa a su amiga. Sin embargo, Boone desafía Mel, y pronto, a ella no le importa compartir el viaje. Sólo cuando los demonios secretos de Boone amenazan su recién descubierta y frágil seguridad, el rumbo de Mel se vuelve inestable, y deberá decidir si vale la pena dejar que se desvanezcan sus desgastadas huellas para encontrar un nuevo camino.
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